CULTURAS Y TRADICIONES
Una rica y
complicada gama de costumbres y creencias conviven de manera increíble en la
región chiapaneca, pues cada uno de los grupos étnicos que ahí habitan posee
hondas raíces y tradiciones cuyos orígenes, en algunos casos, se pierden en el
tiempo y en los recónditos secretos de la historia de sus más antiguos
ancestros: los mayas de la época Clásica. Así, en el amplio territorio que hoy
ocupa el estado de Chiapas se encuentran los grupos tzeltal, tzotzil, chol,
zoque, tojolabal, lacandón y mame.
De los
lacandones se sabe que su número es muy reducido y que se encuentran muy
aislados en la zona de Montes Azules. Los mames, por su parte, casi han
desaparecido, pues su lengua y costumbres están casi relegadas por completo. No
obstante, todos estos grupos comparten un número importante de rasgos
culturales similares, como la lengua, la vestimenta y principalmente las
creencias, como los pensamientos acerca de la vida y de la muerte, la
naturaleza, la religión entre católica y pagana, los grupos familiares, los
niños, las mujeres y los ancianos, entre otras de las cosas que conforman su
amplio mundo de símbolos e imágenes míticas y mágicas.
Uno de los lugares en donde mejor se palpa este mágico sentido es tal vez
el día de mercado en San Cristóbal de Las Casas, pues ahí se dan cita personajes
de distintas comunidades entre el bullicio y la algarbía de cientos de
vendedores de frutas, legumbres, animales, telas, artesanías y un sinfín de
objetos útiles para todas las cosas de la vida diaria, en un marco en el que
resaltan los coloridos trajes de distintas áreas de la entidad.
Sin duda otra importante muestra la podrá vivir en los poblados de San Juan
Chamula y Zinacantán, donde las celebraciones religiosas, al interior de los
templos católicos, alcanzan niveles mágicos, pues las luces y el humo de las
velas se mezclan con las oraciones en varias lenguas indígenas y el olor a
aguardiente, todo ello en medio de un ambiente de gran misticismo.
Ciertas festividades, sobre todo el
carnaval, se celebra en todos los pueblos de Los Altos. El de San Juan Chamula
es especialmente notable por los elementos prehispánicos que contiene.
Personajes importantes son los monos, danzantes que cubren su cabeza con una
piel de mono, en la mitología maya, el simio era un animal alegre,
representante de la música y la danza. El martes de carnaval se extiende un
camino de zacate, se le prende fuego y los monos, junto con las autoridades
locales, corren sobre la lumbre encendida. Este rito se acostumbra entre los
mayas al inicio de cada cuatro años. Junto con las ceremonias descritas hay
agregados posteriores; por ejemplo se habla de una guerra, haciendo referencia
a varios acontecimientos
bélicos de la segunda mitad del siglo
XIX.
Es costumbre que en cada barrio las
caretas se guarden durante el año en casa del mayordomo, de cuyo altar
doméstico las recogen los danzantes. Todos los parachicos son encabezados por
un patrón, quién lleva una máscara distintiva. Grupos de mujeres, ataviadas con
el traje chiapaneco, acompañan a los danzantes. La fiesta termina en el río
Grijalva, con un lucido "combate naval" escenificado desde varias
canoas por medio de fuegos artificiales.
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